35010 Las Palmas de Gran Canaria
Memoria
El proyecto parte del encargo de transformar integralmente las plantas baja y primera de la Sede de la Consejería de Hacienda del Gobierno de Canarias, en Las Palmas de Gran Canaria. Un desafío que va más allá de la renovación espacial: se trata de actualizar la experiencia misma del usuario dentro de un edificio público, dotándolo de una atmósfera más amable, flexible y contemporánea. A ello se suma la voluntad de incorporar áreas polivalentes, capaces de acoger reuniones, encuentros o eventos institucionales.
El estado previo presentaba una distribución muy compartimentada, con una organización rígida en la que destacaba la existencia de un espacio singular: una biblioteca de planta circular y doble altura, coronada por una cúpula central, invariante a conservar en la propuesta. Este volumen, auténtico corazón simbólico del edificio, articula radialmente los recorridos y conecta visualmente ambas plantas.
El proyecto propone una reorganización espacial y funcional y una clara jerarquización de los usos, respondiendo a las necesidades funcionales planteadas por la administración. En planta baja, se ubican las áreas de atención al ciudadano, atención al público, zona de espera y de registro, que se funden en un espacio único, fluido y abierto, configurando el nuevo acceso principal al edificio. El resto de la planta se destina a salas de reunión polivalentes que pueden conectarse y unirse dos a dos y que se adaptan a distintas configuraciones según los requerimientos. El antiguo espacio de biblioteca se reinterpreta como un área polivalente: sala de actos, punto de encuentro o zona de reunión informal. Prima la polivalencia y flexibilidad y su adaptación a diversos escenarios.
Frente a la geometría dual del edificio —una planta circular inscrita en una base triangular—, la propuesta establece un nuevo orden lineal, estructurado a lo largo de un eje central. A ambos lados se disponen los espacios funcionales, articulados mediante una celosía que tamiza la luz natural y opera como filtro visual y estructural. Esta celosía, que marca el ritmo compositivo del proyecto, se extiende en planos perpendiculares al eje, generando separadores equipados que integran almacenamiento y liberan espacio útil. Esta secuencia de llenos y vacíos construye un paisaje interior permeable y conectado, donde la luz y la mirada circulan sin restricciones que permite la conexión visual de manera transversal entre espacios.
En planta primera, el orden se prolonga: se disponen despachos y áreas de trabajo abiertas, manteniendo la lógica compositiva de la planta inferior.
La estrategia material parte de la austeridad cromática y la claridad tectónica. El suelo y el falso techo se visten de un gris neutro —el primero, en linóleo continuo sin juntas; el segundo, con una solución lineal que prolonga el ritmo de los separadores—. El resto de los elementos arquitectónicos se unifican en un verde agua desaturado que define tabiques, mobiliario integrado y puertas, otorgando una identidad serena y homogénea a todo el conjunto. La jerarquización se diluye visualmente: todos los espacios se expresan con el mismo lenguaje, diferenciándose solo en escala y uso.
El espacio bajo la cúpula se libera de su rigidez original. La intervención lo transforma en un lugar para la pausa y la interacción, despresurizando la solemnidad heredada y proponiendo una atmósfera más relajada, abierta y acogedora. Una nueva centralidad donde el patrimonio espacial no se elimina, sino que se reinterpreta con sensibilidad contemporánea.
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