35004 Las Palmas de Gran Canaria
Memoria
Arenales es un céntrico barrio de Las Palmas de Gran Canaria caracterizado por la presencia de antiguas casas terreras. Tras décadas de degradación, marcadas por dinámicas sociales complejas como la marginalidad y el abandono institucional, el barrio experimenta hoy una transformación progresiva, impulsada por la adquisición de viviendas por parte de promotores particulares. Esta evolución supone una oportunidad para recuperar el carácter identitario del lugar.
House M es ejemplo de esta recuperación del patrimonio colectivo: un legado no protegido oficialmente, pero cargado de valor por su capacidad para conservar la memoria histórica y cultural del barrio.
Se interviene sobre una antigua edificación en esquina, en avanzado estado de deterioro, que se recupera y amplía para acoger un espacio mixto de vivienda y trabajo. La planta baja, que en otro tiempo albergó un bar, se convierte ahora en un taller de cerámica con vocación de dinamizar la vida social del barrio. En la planta superior se sitúa la vivienda de la propietaria del taller.
La propuesta apuesta por una arquitectura cercana, honesta, “hecha a mano”, que responde al lugar desde sus limitaciones y potencialidades. Las restricciones presupuestarias se integran como una condición del proyecto, lo que permite organizar la intervención por fases y fomentar un proceso regenerativo a largo plazo.
La preexistencia se sanea y se acondiciona mediante un ejercicio de mínimos, sentando las bases de un proceso regenerativo que se deberá prolongar en el tiempo. Se respeta el aspecto crudo e imperfecto de muchos paramentos, conservando la huella del periodo en el que la casa estuvo inhabitada. En el taller se habilitan las dependencias necesarias para su uso, manteniendo pavimentos, y cartelerías originales del antiguo bar, incorporando como capa añadida el trazado de las nuevas instalaciones.
La ampliación se formaliza mediante una estructura metálica vista, apoyada sobre los muros de carga originales, y un gran pórtico central que se reconstruye reforzando los pilares preexistentes. Esta nueva volumetría se manifiesta al exterior como una carcasa de hormigón áspero, imperfecto, vertido en tongadas pequeñas y encofrado con carpetos, cuya textura revela las condiciones materiales del proyecto.
En el interior, los elementos añadidos son livianos, minimizando las cargas sobre la estructura original. Se utilizan perfiles metálicos vistos, forjados de chapa colaborante y cerramientos de termoarcilla, material poco habitual en Canarias, seleccionado por su ligereza, su expresividad plástica y su afinidad con la nueva actividad del edificio: la cerámica.
Estas operaciones dan forma a un pabellón de gran altura destinado al uso de las actividades públicas de la vivienda, al que se accede por medio de una escalera ligera estabilizada mediante tensores de acero corrugados que cuelgan del techo y que funciona como pieza de transición entre la calle y las dependencias más privadas.
La inserción de un patio en la esquina sureste de la pieza garantiza la correcta iluminación y ventilación cruzada, completando la formalización de esta obra con vocación de epigénesis, como el barrio en el que habita
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