House F, Telde

Ubicación
Callejón de la Fuente, 31
35200 Telde

Año de terminación
2022
Superficie construida
135,00 m²

Estudio
Arquitecta
Leticia Romero Hernández
Arquitecto
Ancor Suárez Suárez
Arquitecta
Marta Hernández Lladó
Aparejador
Diego Araque Muñoz
Diseño de interiores
Paula Díaz Brito
Constructor
Construcciones Mederos / Zarymar Inver SL

Memoria

House F es fruto de una profunda reflexión sobre la idea de habitar y los múltiples escenarios domésticos que puede favorecer el proyecto de arquitectura. Una casa para una pareja en la que los usuarios pueden decidir participar o no de la vida pública del barrio, abriéndose o cerrándose al entorno. Vivienda y Refugio.

San Francisco es un histórico barrio de la ciudad de Telde. Declarado Bien de Interés Cultural, este oasis urbano presenta una morfología irregular definida por un entramado sinuoso de estrechas calles empedradas que enmarcan los interminables lienzos blancos de las fachadas y cierres de parcela del tejido construido.

En una manzana prácticamente ocupada por una casona y su finca de naranjos, los clientes adquirieron una de las pocas parcelas libres del barrio para dar forma a su vivienda. El solar, con una sola fachada a la calle y orientación norte, se sitúa al final de un agradable recorrido que acompaña el extenso muro que protege la finca.

La normativa de la zona, de marcado carácter proteccionista, establece unas estrictas condiciones para la nueva arquitectura, determinando de manera casi matemática el número, posición y tamaño de los huecos de la fachada principal, e invitando a la adopción de recursos formales clásicos (molduras, revestimientos) que remiten en esencia a arquetipos de la arquitectura más tradicionalista.

Es aquí donde surge el debate en torno al proyecto de arquitectura. Es evidente que el entorno cuenta con una serie de estímulos que el proyecto debe saber interpretar, pero, a partir de aquí, este debe manifestarse poniendo en contexto la intervención y dialogando con su entorno desde un lenguaje que respete y ponga en valor la memoria del lugar sin renunciar a su propia condición arquitectónica.

En este sentido, la propuesta se apoya en los vacíos de la norma para alejarse de cualquier intento de “caricaturización”, presentándose al barrio como una pieza radicalmente blanca, deliberadamente austera, que a veces se abre al barrio, pero otras prefiere ser muro, como el de la finca vecina.

Interiormente, el esquema funcional se resuelve mediante una serie de crujías paralelas a fachada y una sucesión de vacíos que cualifican climática y espacialmente la vivienda. Se proyectan dos espacios exteriores, que funcionan como extensión de los usos interiores: un patio central, revestido en azul cobalto, que fija la posición de la escalera y en torno al cual gravitan las estancias, y un jardín con orientación sur, fruto de separar la vivienda del linde trasero, generando una nueva fachada que, despojada aquí de las rigideces de la norma, presenta una marcada composición asimétrica que dirige su mirada al naranjal.

La distribución se organiza ubicando las estancias públicas en planta baja y las privadas en planta primera. En la última crujía construida, enmarcada entre los dos patios, se concentran los usos de cocina, comedor y salón. Este último, en doble altura, conecta los dos espacios exteriores, dando forma así a una secuencia de vacíos de diferente carácter que favorecen la entrada de luz natural y las relaciones visuales.

El uso de materiales en la formalización de la propuesta es muy reducido. Las losas de hormigón de los forjados, encofradas con tablones de pino, se dejan a la vista para definir el plano del techo, mientras que el pavimento se resuelve también en hormigón, esta vez con un acabado pulido que deja el árido a la vista. Las carpinterías interiores y el mobiliario, realizados en madera de pino, aportan un contrapunto cálido al escenario doméstico.

El resultado, un ambiente sobrio que pretende ser colonizado por sus habitantes, y que sólo será hogar cuando esto suceda.

Ubicación: